El comportamiento social que hemos
adoptado, el cual consiste en adquirir y desechar bienes en plazos muy breves,
más por razones de moda, prestigio, imitación, etc., que por necesidades reales,
está teniendo graves consecuencias no sólo en la biodiversidad y ecosistemas
del planeta, y no hablamos desde una esquina coloquialmente conocido como cuidadores
de arbolitos, sino desde cientistas que han desarrollado herramientas para
medir el impacto actual y futuro en torno a la calidad de vida y aseguramiento
de las generaciones futuras, con relación al cambio climático.
El sistema de producción actual ha
convertido a la humanidad en una “sociedad de consumo”, para la cual el valor
principal consiste en poseer bienes. La economía de casi todos los países se
basa en el consumo de mercancías, fomentado éste por los medios de comunicación
mediante la difusión de imágenes de éxito y prestigio asociadas con la
adquisición de ciertos productos (un automóvil último modelo, marcas de prendas
de vestir, de cigarros, desodorantes, etc.).
De acuerdo con artículos científicos
como el de Carrasco (2007) la principal
consecuencia por destacar es el uso excesivo de recursos naturales y la
generación descomunal de residuos.
De hecho, el consumismo crea la mayor
parte de la contaminación del mundo en general, pues el impacto medioambiental
de esto es bastante negativo.
El abuso en la adquisición de productos
y servicios causa un fuerte impacto en el ambiente, ya que en la producción
industrial se consumen energía y recursos, además se generan desechos de muchos
tipos. Diariamente se producen millones de toneladas de artículos para que las
personas los consuman y los tiren, provocando con esto producción de desechos
y, por tanto, contaminación atmosférica.
Las nuevas técnicas de mercadotecnia y
publicidad mantienen a los que compran o consumen enganchados en el hábito de
consumo. Por ejemplo, en las tiendas de autoservicio, los productos se disponen
de manera que los compradores se sientan motivados a adquirirlos. Los productos
de primera necesidad, como la carne, la fruta y la verdura, se colocan en el
fondo de la tienda. Con esto se pretende que los clientes observen productos,
empaques y ofertas atractivos y experimenten el deseo de comprarlos. Y eso que,
de acuerdo con lo investigado por los autores de este blog, no se está considerando
términos físicos y biológicos para representar los males de la mercadotecnia y,
propiamente, la actividad empresarial, como el consumo y desecho de energía
exosomática.
Ante esto, consideramos (como lo hemos
hecho en notas anteriores), es necesario, no sólo la presentación de
indicadores que nos muestren el panorama de las temperaturas y efectos adversos
que impactan a la economía y a la salud de la población, sino que es menester
la planeación en política pública que considere las necesidades reales de la
población en torno a la contaminación de los recursos naturales como el agua y
la situación, V. gr. Del Perú y México, con leyes endebles contra las mineras,
un de las industrias, dimensionalmente más contaminantes con daños
irreversibles en el ecosistema y, más importante aún, en la salud de la
población (con plomo en la sangre, en el caso de las mineras).
Bibliografía.
Alier, J., & Jusmet, J. (2015). Economía
ecológica y política ambiental. Fondo de Cultura económica.
Carrasco, A. (2007). La sociedad de consumo: origen y
características.
World Health Organization. (2022). Drinking-water.
Obtenido de https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/drinking-water
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